miércoles, 30 de enero de 2013

INDUMENTARIA DE LOS ANTIGUOS GRIEGOS

Era bastante sencilla, al principio influida por oriente, consistente en un chitón (túnica larga, a veces hasta los tobillos, en ocasiones ceremoniales, sujeta por un cinturón, y en los hombros por una fíbula) y un himatión (capa que se envolvía al cuerpo, hecha de una sola pieza de tela, sujeta en ciertas ocasiones con una esclavina o clámide) que servían indistintamente para hombres y mujeres.

En el caso de hombres que lucían túnicas más cortas, completaban su atuendo con un manto corto y sin mangas, llamado palio.

Marcaban como en casi todas las culturas diferencias de clase, ya que los campesinos vestían generalmente ropas de lana, cuero o pieles de animales, y un gorro del mismo material (kyné).

Con lino, lana y pieles, resolvían estas cuestiones de vestuario, que aparentemente incluían además, como lo demuestran la decoración de vasos, pantalones que usaban los guerreros, y especies de camisetas, llamadas jalecos.
 REYES QUE GORBERARON ROMA DESPUES DE RÓMULO
    
Despúes de la muerte de Rómulo fué elevado al trono un sabino llamado Numa Pompilio, quién gobernó durante más de cuarenta años. Al morir Numa Pompilio, fué elegido Tulio Hostilio como tercer rey, que fué un hombre muy guerrero. El cuato rey fué Anco Marcio. Era nieto de Numa Pompilio e intentó continuar con la reforma religiosa iniciada por su abuelo.

 PASO DE MONARQUÍA A REPÚBLICA

En el año 509a.C. se produjeron una serie de hechos esenciales en la historia de Roma, entre ellos el paso de monarquía a república.                                                                                                    

ASAMBLEAS QUE HUBO EN LA REPUBLICA ROMANA

Comicios Curiados: Cada tribu estaba dividida en diez curias (treinta curias en total). Eran en un principio subdivisiones político-administrativas y religiosas de la ciudadanía.

Comicios Centuriados: Con base en esa misma organización, y sin desplazar a los comicios curiados y por tribus, aparecieron los comicios centuriados, con competencia para votar las leyes y elegir los magistrados superiores. Tenían como unidad de votación la centuria, por lo cual se votaba dentro de cada una para determinar el voto de la misma, que era así expuesto en la asamblea.

Comicios por Tribus: Estos comicios tribados del período monárquico tuvieron facultades electorales, por que en ellos se designaban los magistrados inferiores y judiciales, por que ante ellos se sustanciaban las apelaciones de pena de multas.

El Tribunado:  El tribunado de la plebe aparece en la historia del derecho romano a comienzos del siglo V a.c. como conquista de los plebeyos en su tradicional lucha contra los patricios. Los patricios mantuvieron su poder político, pero los plebeyos obtuvieron para defensa de sus derechos una suerte de magistratura propia: el tribunado de la plebe. Se reconoció a esta asamblea popular el derecho a elegir un magistrado denominado tribuno, defensor de los intereses de la plebe, y el cual tenía el derecho de vetar cualquier acto de los cónsules, o de otro organismo de gobierno, lesivo a los intereses plebeyos.

Los Comicios en el Alto Imperio: La constitución republicana tubo como base esencial los comicios y el senado, siendo los magistrados los órganos ejecutivos de las normas comiciales y senatoriales.
Pero, desde la ultima etapa de la Republica, comenzó el paulatino debilitamiento de los comicios primero y el senado después, lo que se acentuó bajo el Principado. Ello se debió a que el constante aumento del numero de ciudadanos (a fines de la Republica se concedió la ciudadanía a todos los habitantes de la Península Itálica) impedía la participación masiva directa del pueblo en las asambleas, las que se transformaron en reuniones de los representantes populares


LOS MAGISTRADOS

Los magistrados eran ciudadanos elegidos para encargarse de la dirección y administración de la ciudad. Practicaban las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales de manera unida o por separado. Los magistrados eran esencialmente los cónsules, procónsules, pretores, ediles, tribunos y los censores. En la época del principado y, más tarde, del dominado, los magistrados fueron perdiendo poder efectivo.
CONSULES, PRETORES, EDILES, CUESTORES, TRUBUNOS DE LA PLEBE

Consules:  Eran los magistrados de más alto rango de la República Romana. Se elegían dos cónsules cada año entre los ciudadanos mayores de 42 años.
Su función era la de conducir el Estado y, especialmente, del ejército en campañ
a.


Pretores: Son los representantes del poder judicial y los encargados de dirimir los pleitos. En ausencia de los cónsules asumían a sus atribuciones. Poseen el imperium. Al principio de su institución, s.IV, sólo se elegía uno (praetor urbanus), que se encargaba de los pleitos surgidos entre los ciudadanos; pero con la expansión romana fue necesario nombrar otro (praetor peregrinus), que se encargaba de las querellas habidas en Roma entre los extranjeros o entre un ciudadano y un extranjero.

Ediles: Son los administradores del tesoro público bajo la tutela del Senado y los encargados de cobrar impuestos. En campaña llevan la administración del ejército a las órdenes del cónsul. Al principio, los elegían los cónsules entre los patricios y eran dos, pero a mediados del s.V fueron cuatro: dos plebeyos y dos patricios, y eran nombrados en los comicios tributos. En tiempos de César llegaron a 40. La edad requerida era de 27 años y se precisaba poseer la ciudadanía y no haber sufrido condena alguna.

Cuestores: Son los administradores del tesoro público bajo la tutela del Senado y los encargados de cobrar impuestos. En campaña llevan la administración del ejército a las órdenes del cónsul. Al principio, los elegían los cónsules entre los patricios y eran dos, pero a mediados del s.V fueron cuatro: dos plebeyos y dos patricios, y eran nombrados en los comicios tributos. En tiempos de César llegaron a 40. La edad requerida era de 27 años y se precisaba poseer la ciudadanía y no haber sufrido condena alguna.

Tribunos de la plebe: Se crean como consecuencia directa de la secesión de la plebe al Monte Sacro a principios del s. V. a.C. Sus atribuciones eran muy particulares: podían ejercer el ius auxilii, es decir, podían hacer soltar a los detenidos y liberar a los presos de las cárceles; gozaban también del ius intercessionis, o sea, tenían la facultad de vetar las decisiones de todos los magistrados (salvo las del dictador) y las del Senado, e incluso las votaciones de los comicios... en fin, podían paralizar las asambleas de la plebe (concicia plebis) y los comitia tributa. Gozaban, por otra parte, de inviolabilidad, es decir, se las consideraba sacrosantos, por lo que cualquiera que atentase contra ellos era tenido por sacrílego y maldito.

EL SENADO DE ROMA

El senado es una asamblea compuesta por miembros especialmente elegidos a los que se llama senadores. El origen del senado está en el pueblo romano. Las características de aquellos senados romanos y las de los senados de tiempos posteriores son bastante distintas en algunos aspectos. La palabra senado también designa al propio edificio donde se realizan las asambleas.

viernes, 18 de enero de 2013

                  Publius Vergilius Maro - LA ENEIDA 

La Eneida fue escrita por encargo del emperador Augusto. Virgilio pretende con su Eneida la "glorificación de Roma",  quiere asumir en su poema todo el pasado de Roma, con sus instituciones y sus hombres más ilustres, y a la vez presenta incluso a sus coetáneos, glorificando a Augusto y a su familia, la familia Julia, a la que hace descender de Julo, el hijo de Eneas.
La Eneida es la obra cumbre de la poesía romana. Revela en el autor un profundo conocimiento de todo el pasado histórico y literario griego y romano.
Es una epopeya romana, Virgilio trabajó en ella desde el año 29 a. C. hasta el fin de sus días (19 a. C.)

 ARPÍAS- ENEIDA

Traducción:


Los Griegos denominan Strofa-
das, unas islas del vasto mar Jónico, donde habitan la cruel
Celeno y las otras arpías, desde que, cerrado para ellas el
palacio de Tineo, el miedo les hizo abandonar sus abundosas
mesas. Jamás salieron de las aguas estigias, suscitados por la
cólera de los dioses, monstruos más tristes ni peste más re-
pugnante; tienen cuerpo de pájaro con cara de virgen, expe-
len un fetidísimo excremento, sus manos son agudas garras,
y llevan siempre el rostro descolorido de hambre...
Apenas desembarcamos en el puerto, vimos esparcidas
por toda la campiña hermosas vacadas y rebaños de cabras
sin pastor. Entrámoslos a cuchillo, ofreciendo a los dioses y
al mismo Júpiter parte de aquella presa; luego disponemos
en la corva playa los hechos y empezamos a comer aquellos
óptimos manjares, cuando de pronto acuden desde los
montes con horrible vuelo las arpías, y batiendo las alas con
gran ruido, arrebatan nuestras viandas y las corrompen todas
con su inmundo contacto, esparciendo en torno, entre sus
fieros graznidos, insoportable hedor. Segunda vez ponemos
las mesas a gran distancia de allí, en una honda gruta, cerrada
por corpulentos árboles, que la cubren de espesísima som-
bra, y restablecemos el fuego en los altares; mas segunda vez
también, desde diversos puntos del cielo, sale la resonante
turba de sus lóbregos escondrijos, revolotea, esgrimiendo sus
garras, alrededor de nuestros manjares y los ensucia con sus
bocas. Mando entonces a mis compañeros que empuñen las
armas y cierren con aquella familia maldita; hácenlo como lo
dispongo, ocultando las espaldas y los broqueles entre la
yerba, y apenas las arpías se dispersan en ruidoso tropel por
las corvas playas, y Miseno, desde un alto risco, da la señal
con una trompeta, las acometen los míos, y en tan nuevo
linaje de lid, acuchillan a aquellas sucias aves del mar; pero su
plumaje impenetrable las preserva de toda herida, y tendien-
do su vuelo por el firmamento en rápida fuga, abandonan la
ya roída presa entre asquerosos rastros de su presencia. Sólo
Celeno quedó posada en una eminente roca, desde donde,
fatal agorera, rompió a hablar en estos términos:
"Hijos de Laomedonte después de habernos movido
guerra, destruyendo nuestros ganados, ¿todavía intentáis
expulsar a las inocentes arpías del reino de sus padres? Oíd,
pues, lo que os voy a decir, y guardad bien en la memoria
estas palabras: Yo, la mayor de las furias, voy a revelaros las
cosas que el Padre omnipotente tiene vaticinadas a Febo, y
Febo me ha vaticinado a mí. A Italia enderezáis el rumbo, y a
Italia os llevarán los vientos invocados; lograréis arribar a sus
puertos, pero no rodearéis con murallas la ciudad que os
conceden los hados, sin que antes horrible hambre, castigo
de la matanza que habéis intentado en nosotras os haya obli-
gado a morder y devorar vuestras propias mesas."
Dijo, y volando fue a refugiarse en la selva. Aquellas pa-
labras helaron de súbito terror la sangre en las venas a mis
compañeros; decayeron los ánimos, y renunciado al medio
de las armas, con votos y preces determinan implorar la paz,
ya sean diosas las arpías, ya crueles e inmundas aves. Mi pa-
dre Anquises, tendiendo en la playa sus manos al cielo, invo-
ca a los grandes númenes y prescribe los sacrificios que
reclama el caso. "¡Apartad, oh dioses". exclama, "esas ame-
nazas! ¡Apartad de nosotros tamaño desastre, y salvad a estos
hombres piadosos!" Enseguida manda cortar los cables y
tender las sacudidas jarcias.






Texto original:


Fit sonitus spumante salo; iamque arva tenebant,
210ardentisque oculos suffecti sanguine et igni,
sibila lambebant linguis vibrantibus ora.
Diffugimus visu exsangues: illi agmine certo
Laocoönta petunt; et primum parva duorum
corpora natorum serpens amplexus uterque
215implicat, et miseros morsu depascitur artus;
post ipsum auxilio subeuntem ac tela ferentem
corripiunt, spirisque ligant ingentibus; et iam
bis medium amplexi, bis collo squamea circum
terga dati, superant capite et cervicibus altis.
220Ille simul manibus tendit divellere nodos,
perfusus sanie vittas atroque veneno,
clamores simul horrendos ad sidera tollit:
quales mugitus, fugit cum saucius aram
taurus, et incertam excussit cervice securim.
225At gemini lapsu delubra ad summa dracones
effugiunt saevaeque petunt Tritonidis arcem,
sub pedibusque deae clipeique sub orbe teguntur.
Tum vero tremefacta novus per pectora cunctis
insinuat pavor, et scelus expendisse merentem
230Laocoönta ferunt, sacrum qui cuspide robur
laeserit, et tergo sceleratam intorserit hastam.
Ducendum ad sedes simulacrum orandaque divae
numina conclamant.
Dividimus muros et moenia pandimus urbis.
235Accingunt omnes operi, pedibusque rotarum
subiciunt lapsus, et stuppea vincula collo
intendunt: scandit fatalis machina muros,
feta armis. Pueri circum innuptaeque puellae
sacra canunt, funemque manu contingere gaudent.
240Illa subit, mediaeque minans inlabitur urbi.
O patria, O divom domus Ilium, et incluta bello
moenia Dardanidum, quater ipso in limine portae
substitit, atque utero sonitum quater arma dedere:
instamus tamen inmemores caecique furore,
245et monstrum infelix sacrata sistimus arce.


LAS ARPIAS EN LA ARQUITECTURA:
 




POLIFEMO-ENEIDA

Traducción:

Luego que Polifemo, atestado de co-
mida y aletargado por el vino, reclinó la doblada cerviz y se
tendió cuan inmenso era en su caverna, arrojando por la
boca, entre sueños, inmundos despojos, mezclados con vino
y sangre, nosotros, después de invocar a los grandes núme-
nes, y designados por la suerte los que habían de acometer la
empresa, nos arrojamos todos a la vez sobre él, y con una
estaca aguzada le taladramos el enorme ojo, único que ocul-
taba bajo el entrecejo de su torva frente, semejante a una
rodela argólica o al luminar de Febo; y alegres en fin, ven-
gamos las sombras de nuestros compañeros. Pero huíd, in-
felices, huíd, y cortad el cable que os amarra a la costa...
porque no es ese Polifemo, tal cual os le ha pintado, el único
que recoge sus ovejas en la inmensa caverna y les exprime las
ubres; otros cien infandos Cíclopes, tan gigantescos y fieros
como él, habitan estas corvas playas y vagan por estos altos
montes. Ya por tercera vez se han llenado de luz los cuernos
de la luna desde que arrastro mi existencia por las selvas,
entre las desiertas guaridas de las fieras, observando desde
una roca cuándo asoman los gigantes Cíclopes, y temblando
al ruido de sus pisadas y de su voz. Los arbustos me dan un
miserable alimento de bayas y desabridas cerezas silvestres;
las yerbas me sustentan con sus raíces, que arranco con mi
mano. Atalayando estos contornos, descubrí vuestras naves,
que se dirigían a estas playas, y a ellas, fuesen de quien fue-
sen, resolví entregarme. Mi único afán es huir de esta mons-
truosa gente; ahora vosotros imponedme el género de
muerte que os plazca."
No bien había pronunciado estas palabras, cuando en la
cumbre de un monte vemos moverse entre su rebaño la
enorme mole del mismo pastor Polifemo, que se encaminaba
a las conocidas playas; monstruo horrendo, informe, colosal,
privado de la vista. Lleva en la mano un pino despojado de
sus ramas, en que apoya sus pasos, y le rodean sus lanudas
ovejas, su único deleite, consuelo también en su desgracia...
Luego que tocó las profundas olas y hubo penetrado en el
mar, lavó con sus aguas la sangre que chorreaba de su ojo
reventado, rechinándole los dientes de dolor; y avanzando
enseguida a la alta mar, aun no mojaban las olas su enhiesta
cintura. Temblando precipitamos la fuga, después de haber
acogido en nuestro bordo al griego suplicante, que bien lo
merecía; cortamos los cables en silencio, e inclinados sobre
los remos, a porfía barremos la mar. Oyonos él, y torció su
marcha hacia donde sonaba el ruido que hacíamos; mas co-
mo no le fuese dado alcanzarnos con su mano, ni pudiese
correr tan aprisa como las olas jónicas, levantó un inmenso
clamor, conque se estremecieron el ponto y todas las olas,
retembló en sus cimientos toda la tierra de Italia, y rugió el Etna en sus huecas cavernas. Concitados por aquel ruido,
acuden los Cíclopes de las selvas y de los altos montes, y
precipitándose en tropel hacia el puerto, llenan las playas; en
ellas veíamos de pie y mirándonos en vano con feroces ojos,
a aquellos hermanos, hijos del Etna, cuyas altas frentes se
levantaban al firmamento.

Texto original:

Hic me, dum trepidi crudelia limina linquunt,
inmemores socii vasto Cyclopis in antro
deseruere. Domus sanie dapibusque cruentis,
intus opaca, ingens; ipse arduus, altaque pulsat
620sideraDi, talem terris avertite pestem!—
nec visu facilis nec dictu adfabilis ulli.
Visceribus miserorum et sanguine vescitur atro.
Vidi egomet, duo de numero cum corpora nostro
prensa manu magna, medio resupinus in antro,
625frangeret ad saxum, sanieque aspersa natarent
limina; vidi atro cum membra fluentia tabo
manderet, et tepidi tremerent sub dentibus artus.
Haud impune quidem; nec talia passus Ulixes,
oblitusve sui est Ithacus discrimine tanto.
630Nam simul expletus dapibus vinoque sepultus
cervicem inflexam posuit, iacuitque per antrum
immensus, saniem eructans et frusta cruento
per somnum commixta mero, nos magna precati
numina sortitique vices, una undique circum
635fundimur, et telo lumen terebramus acuto,—
ingens, quod torva solum sub fronte latebat,
Argolici clipei aut Phoebeae lampadis instar,—
et tandem laeti sociorum ulciscimur umbras.
Sed fugite, O miseri, fugite, atque ab litore funem
640rumpite.
Nam qualis quantusque cavo Polyphemus in antro
lanigeras claudit pecudes atque ubera pressat,
centum alii curva haec habitant ad litora volgo
infandi Cyclopes, et altis montibus errant.
645Tertia iam lunae se cornua lumine complent,
cum vitam in silvis inter deserta ferarum
lustra domosque traho, vastosque ab rupe Cyclopas
prospicio, sonitumque pedum vocemque tremesco.
Victum infelicem, bacas lapidosaque corna,
650dant rami et volsis pascunt radicibus herbae.
Omnia conlustrans, hanc primum ad litora classem
conspexi venientem. Huic me, quaecumque fuisset,
addixi: satis est gentem effugisse nefandam.
Vos animam hanc potius quocumque absumite leto.”
 Vix ea fatus erat, summo cum monte videmus
ipsum inter pecudes vasta se mole moventem
pastorem Polyphemum et litora nota petentem,
monstrum horrendum, informe, ingens, cui lumen ademptum.
Trunca manu pinus regit et vestigia firmat;
660lanigerae comitantur ovesea sola voluptas
solamenque mali.
Postquam altos tetigit fluctus et ad aequora venit,
luminis effossi fluidum lavit inde cruorem,
dentibus infrendens gemitu, graditurque per aequor
665iam medium, necdum fluctus latera ardua tinxit.
Nos procul inde fugam trepidi celerare, recepto
supplice sic merito, tacitique incidere funem;
vertimus et proni certantibus aequora remis.
Sensit, et ad sonitum vocis vestigia torsit;
670verum ubi nulla datur dextra adfectare potestas,
nec potis Ionios fluctus aequare sequendo,
clamorem immensum tollit, quo pontus et omnes
contremuere undae, penitusque exterrita tellus
Italiae, curvisque immugiit Aetna cavernis.
 At genus e silvis Cyclopum et montibus altis
excitum ruit ad portus et litora complent.
Cernimus adstantis nequiquam lumine torvo
Aetnaeos fratres, caelo capita alta ferentis,
concilium horrendum: quales cum vertice celso
680aeriae quercus, aut coniferae cyparissi
constiterunt, silva alta Iovis, lucusve Dianae.

POLIFEMO Y GALATEA: